"Estamos mentalizadas para ganar la presea de oro"


EL TELÉGRAFO estuvo ayer en la última práctica que realizó Ecuador en Santa Marta previo a su debut de hoy.

Vanessa Aráuz detiene el entrenamiento de la selección femenina sub-20 para dirigirse a sus jugadoras de forma enérgica. En la cancha de fútbol de la Universidad Sergio Arboleda de Santa Marta (Colombia) el sol y el calor pegaban fuerte, pero a la joven técnica de Ecuador eso no le importa. Los ejercicios tácticos deben ser repetidos las veces que sean necesarias para lograr la perfección. Para Aráuz no existen cosas a medias. “No las escucho hablar entre sí, no se comunican. Así no sirve”, les dice a las futbolistas con tono recriminatorio.   
Aráuz ha convertido al fútbol femenino en su prioridad. No aceptaría dirigir a un equipo masculino, aunque la propuesta sea millonaria.
Enseñarle a mujeres le produce satisfacción. Por eso es común observarla recogiendo las pelotas y acomodándolas para que las futbolistas realicen sus ejercicios. Ella no se considera una ‘jefa’, sino una ayudante más.
Esta estratega guayaquileña de 28 años es especialista en sueños y primeras veces desde el inicio mismo de su vida. “En el hospital en el que nací solo habían nacido varones. Yo fui la primera niña en nacer en ese hospital”, le cuenta a Diario EL TELÉGRAFO. 
Vanessa Aráuz estaba llamada a romper barreras desde antes incluso de nacer, estaba predestinada a derribar muros desde el segundo mismo en el que fue concebida.
Su historia es una historia de superación, de no hacer caso a los prejuicios y seguir hacia adelante sin mirar hacia atrás ni a los murmullos de los lados. Tiene la convicción de no salirse de su camino, el que nadie le recomendó y en el que nadie creyó... salvo ella misma.
“Mi madre siempre decía que, cuando estaba dentro de ella, pateaba mucho, que parecía estar jugando como 20 partidos de fútbol”, recordaba en septiembre en una entrevista para el programa ‘Momentos’, de Ecuador TV.
El balón le acompañaba mucho antes incluso de ver uno de ellos con sus propios ojos. Como si fuera una cosa del destino, Aráuz creció obsesionada con ese objeto esférico que hace feliz a cientos de millones de personas en todo el mundo.
“Me entrené desde los ocho años en equipos de varones porque no existían escuelas femeninas de fútbol. En los partidos desde el graderío me gritaban que me fuera a lavar platos, que no debía estar ahí”, explica, sin rencor en su tono. “Tomé el balón, desbordé a un jugador e hice el gol que nos dio la victoria”.
Vanessa Aráuz nunca se rindió a pesar de las faltas que le hizo la vida. Creció y fue sumando goles en todas las actividades que realizó. Fue la primera mujer en obtener el título de entrenadora en Ecuador y, también, la primera en dirigir a su combinado nacional, con un éxito sin parangón en el país.
Llevó a la ‘Tri’ femenina a su primer Mundial absoluto y ahora, en los segundos Juegos Bolivarianos de su carrera (Trujillo 2013 fueron los primeros como estratega) sueña con la medalla de oro.
Hoy, a las 16:00 en el estadio Municipal Ciénaga, la Tri debutará contra la anfitriona Colombia.
¿Es descabellado pensar en una medalla bolivariana?
De ninguna manera.
Ya pasaron los tiempos en que los equipos se conformaban con competir y hacer un buen papel. Nosotras estamos mentalizadas en ganar el torneo y por ende la medalla de oro. Hemos trabajado responsablemente para eso.
Pero Colombia es favorita, juega con el público a su favor...
Siempre es difícil cuando te toca debutar contra el anfitrión. Colombia es una gran selección, con mucho proceso. Conocemos que atacan con mucha intensidad durante los primeros minutos, pero vamos a contrarrestar todo eso para sacar el partido adelante.
Usted realizó un recorrido por todo el país para conformar esta selección. ¿Se siente satisfecha con ese trabajo o cree que faltó algo más?
Empezamos a trabajar desde mayo pasado buscando jugadoras, por primera vez estamos trabajando en un proceso en las selecciones femeninas. Para armar esta selección observamos y probamos a más de 800 jugadoras.
Las buscamos en Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos, El Oro, Santa Elena, Pichincha, Guayas, etc. Recorrimos todo el país. Se está formando una base importante para el fútbol femenino ecuatoriano.
¿Se queda en el fútbol femenino o aceptaría dirigir a un equipo masculino si le hacen la propuesta?
Me quedo en el fútbol femenino porque es la rama en la que me estoy preparando a nivel psicológico y pedagógico.
Bien podría dirigir a un equipo de varones, pero no es una opción para mí. Mi carrera está trazada para seguir consolidando al balompié femenino a escala nacional.
En lo psicológico, ¿en qué se diferencia un equipo femenino y uno masculino?
Los varones tienen otras expectativas respecto a su carrera, buscan mejorar sus contratos, ganar más y jugar en los mejores equipos del mundo. En cambio, las mujeres tienen que lidiar con el hecho de ser madres y estudiar algunas veces. Las motivaciones son distintas.
¿Qué le ha dado el fútbol femenino?
Todo lo que tengo y lo que soy. Me ha dado disciplina, carácter y me ha permitido conocer a muchas chicas con historias increíbles de superación. Todo lo que vivo no lo cambio por nada.
¿Qué es lo más anecdótico que ha vivido gracias este deporte?
Una vez estábamos en un avión listas para viajar a Brasil cuando una jugadora me llamaba desesperadamente para que vaya al asiento que le habían asignado. Fui y me dijo que quería levantarse, abrir la ventana porque tenía calor y sacar la cabeza.
Ella nunca había volado en un avión, fue un momento muy gracioso, así que le expliqué que las ventanas de los aviones no se pueden abrir.
Son cosas chistosas pero gratificantes al mismo tiempo porque a través del fútbol muchas chicas futbolistas han empezado a conocer el mundo. (I)

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